Ante todo, el argumento. Robert Neville es el último hombre vivo en la tierra. Todos los demás humanos han sucumbido a una especie de pandemia que los ha convertido en vampiros, pero él es inmune. Vive en su casa, la cual ha fortificado con ajos, espejos, y trucos varios para aguantar los contínuos ataques nocturnos de éstos. Por el día hace arreglos en la casa, sale a buscar más víveres, busca vampiros escondidos para matarlos, y humanos con la esperanza de encontrar a alguien más vivo, y por la noche se queda en casa aguantando los ataques de los vampiros a su casa, bebiendo whiskey, leyendo libros sobre biología, investigando sobre la pandemia y escuchando música clásica para ahogar los gritos de Ben Cortman.
El argumento es muy simple, pero detrás de ésta simplicidad hay un libro completamente redondo. Una obra maestra. El autor se centra más en las sensaciones del personaje, su angustia, su soledad, que en recrearse con las matanzas de vampiros, lo cual se agradece. La evolución del personaje es evidente, y los saltos en el argumento ayudan a darse cuenta de ello, ya que a veces nos resume meses de historia en un simple recuerdo del protagonista. También son frecuentes los flashbacks que nos cuentan el pasado de Neville, cómo vivía antes.
Pero, como he dicho antes, la verdadera historia no son los vampiros, es el protagonista. El autor se adentra en temas tan complejos como la sensación de soledad, la autodestrucción, la visión sobre qué es lo normal y qué no lo es, y la contínua adaptación del hombre al medio para su supervivencia, llegando incluso a entender cosas que en un pasado hubieran sido completamente injustificables. El protagonista llega a reconocer que hace lo que hace porque defiende que él es el normal, y que siente indiferencia hacia los vampiros que ejecuta, por lo que no tiene claro si lo que está haciendo le está beneficiando realmente.
Así, es un libro que debemos leer entre líneas para sacarle todo el jugo, centrándonos en los pensamientos de Neville más que en los hechos de la historia. También debo decir que hay historia, no todo son comidas de cabeza del protagonista. Pasan cosas (de hecho, pasan muchas cosas), pero la brevedad con que las cuenta el autor se agradece.
Y éste es otro de los puntos fuertes de la obra: su brevedad. Tiene unas 200 páginas, pero son más que suficientes. El autor nos cuenta la historia que nos quiere contar, sin florituras, ni alardeos. No hay más. Todos los cabos quedan cerrados, y no hay ningún hilo argumental que pueda quedar suelto por ahí (por eso no entiendo lo de la segunda parte de la película, pero bueno...). Y todo esto en unas pocas horas de lectura, cosa que, al menos yo, lo agradezco enormemente.
Así pues, es éste un libro que considero que cualquier personada aficionada a la lectura se debe leer, como el quijote, el señor de los anillos, etc. Un must-read en toda regla.
Como detalle curioso, diré que los aficionados a la serie de televisión "True Blood" reconocerán algún que otro nombre en el libro ;) Supongo que al ser de la misma temática, habrán cogido algún que otro nombre de la novela.
Ya queda menos en mi lista de libros que leer antes de morir.
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P.D.: debo decir que el próximo análisis, es muy posible que tarde un poco en llegar, ya que, como muchos sabéis, seré padre recientemente, y eso conlleva una serie de obligaciones, que hacen que llegues a la cama rendido y te duermas antes de terminar una página, por lo que... sed pacientes.
¡Un saludo!
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